Era la mañana de
Pascua cuando la familia Martínez se disponía a prepararlo todo para la Semana
Santa, el pequeño Andrés este año salía por primera vez como penitente, estaba
muy entusiasmado de poder acompañar al Señor en su recorrido por las calles de
la ciudad.
Anastasia había encargado a
Adeline que preparase la merienda con productos propios de la fecha de Pascua,
mientras ella y el pequeño Andrés se dirigían al taller de la Señora Rosario
para recoger la túnica de Nazareno que le habían encargado.
En la mesa no faltaba de nada
Adeline había preparado: roscos, torrijas, monas y huevos de pascua. Todo tenía
un aspecto suculento.
Mientras tanto
Anastasia y su hijo llegaron al taller de la Señora Rosario, donde esta les
estaba esperando dándole los últimos retoques a la túnica. Aunque estaba lista
le faltaba darle un buen planchado para que ese día reluciera en perfecto estado
durante la procesión.
El pequeño al entrar
en el taller y ver su túnica preparada, sintió una gran emoción y deseos de que
llegara el día de la procesión.
Pero mientras que llegaba ese día
tendría que conformarse con probársela en el taller, para que Rosario
comprobase que estaba todo perfecto y no le quedaba larga ni ancha por ninguna
parte.
Tanto la túnica como el capirote
y el cíngulo le quedaban perfectos al pequeño Andrés que ya estaba listo para
esperar al día de poder procesionar por las calles.
Todos los días el
pequeño soñaba con el momento de poder acompañar al Cristo ya que desde muy
pequeño recordaba como su hermana había salido todos los años en la procesión,
y el tenia que conformarse con ir a verla, esperando el momento de hacerse más
mayor y poder salir junto a su hermana.
Pero este año había llegado ese día tan ansiado para Andrés y por fin
era lo suficientemente mayor como para poder procesionar junto con su hermana
la estación de penitencia.
Este año tendría su propia túnica
y no tendría que probarse la de su hermana imaginando que sería mayor para
tener una como esa.
Una vez que se quito
la túnica la señora Rosario la puso en una bolsa y se la entrego a Anastasia
que junto a su hijo tomaron camino hacia la casa.
Allí en el salón les estaban
esperando Alfonso y Sofía y una vez tomaron asiento todos se dispusieron a
probar los suculentos manjares que Adeline les había preparado.
A los pequeños les
encantaban los huevos de pascuas de colores, rellenos de chocolate. Y mientras
pasaban la tarde en familia merendando, hablaban sobre los planes que tenían para
Semana Santa, las muchas procesiones que verían, la salida de los niños en la
procesión y sobre todo lo que más importaba es el tiempo que pasarían todos
juntos y lo que disfrutarían de él en familia.
Espero que hayáis pasado unas felices vacaciones. Besos
Very beautiful Easter displays. Great work!
ResponderEliminarHappy Easter and hugs, Drora
Una historia magnífica y has reflejado a la perfección el sentimiento que se tiene cuando se sale por primera vez como penitente.
ResponderEliminarMuchas gracias
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