Era la tarde de Carnaval y la
pequeña Sofía se encontraba un poco triste ya que no tenía disfraz, al verla su
madre Anastasia decidió ayudarla y le trajo un baúl lleno de caretas de cuando
Sofía y su hermano eran pequeños.
Anastasia empezó a enseñarle
todas las mascaras que allí había, estaba repleto y juntas fueron mirando todo
lo que allí se encontraba.
Mientras el pequeño Andrés fue a
buscar a su padre y le pidió que le ayudara a encontrar un disfraz. Después de
pensar un gran rato, Alfonso tuvo una gran idea y llevo al pequeño al cuarto de
baño para disfrazarlo de momia con papel higiénico.
El pequeño estaba
entusiasmado y se dirigió corriendo al cuarto donde se encontraba su hermana
buscando que mascara ponerse, para que lo viera vestido de momia.
-
¡Soy una momiaa! – chillaba el pequeño.
Andrés corría feliz por toda la
casa para que todos pudieran verlo, y Sofía seguía pensando que disfraz
utilizar sin encontrar nada que verdaderamente le gustara.
Entonces Anastasia entro en el
cuarto con un disfraz de caperucita que había encontrado en el fondo del armario.
La pequeña al verlo dio saltos de alegría y con ayuda de su madre se lo probo
enseguida, le estaba un poco grande pero con unos cuantos ajustes quedaría
perfecto.
Cuando estaban arreglando el
disfraz, Alfonso entro para enseñarles el cartel que había conseguido del
carnaval de Cádiz, era un cartel precioso. Todos los años Alfonso intentaba
conseguir el cartel ya que es un gran coleccionista de ellos.
-
Ya está listo, dijo Anastasia.
Y tras salir del cuarto, ambos
hermanos pasaron la tarde entera jugando, felices con sus nuevos disfraces.
Espero que os haya gustado. Besos
Una historia estupenda y los disfraces también.
ResponderEliminarmuchas graciass
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